lunes, 8 de febrero de 2010

Recuerdos de la Siembra





LA OTRA CULTURA

por Miguel Grinberg



'La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tienen el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.'
ALDO PELLEGRINI


No es fácil ser joven. Nunca es fácil. Sea donde sea. Especialmente cuando uno se pregunta para qué sirve, para qué va a vivir, en qué va a invertir su existencia. Tarde o temprano la pregunta se implanta en la respiración. Y desde ese,momento es una compañía incómoda, una especie de espina invisible imposible de extirpar. La otra noche sentí algo raro en el estadio Obras, el día del recital que unió a Charly y a Luis Alberto. Cuando al final se juntaron Serú Giran y Jade, cuando Cristálida comenzó a deslizarse en mis oídos, no pude evitar que reaparecieran en mi memoria imágenes del verano de 1973 en Buenos Aires. La cosa se repitió cuando el bis trajo otro tema de la época de Pescado Rabioso.

Verano de 1973. Desde mi programa radial El Son Progresivo habíamos comenzado a organizar reuniones de gente joven en el Parque Centenario. Varios músicos trabajaron bastante en ese proyecto: Luis Alberto, Rodolfo García, Emilio del Guercio. Cada domingo se reunían cerca de 400 jóvenes y se habían armado grupos de afinidad por temas: poesía, teatro, música, psicología, pintura, comunidades. Había exaltación, fraternidad, expectativa. A medida que el frío del otoño se hizo notar, terminamos todos haciendo un fondo común y alquilamos un caserón en Constitución, que se conoció como 'La Casa del Parque'.Los mambos entonces fueron muchos, la confusión se hizo intolerable. Yo no quería ser líder de eso, de nada. Y en agosto anuncié mi retirada. Otros se habían retirado antes. A las tres semanas la cosa se hundió en la nada. ¿Fracasamos? En cierto modo, sí. Porque los planes que habíamos hecho no prosperaron, no fueron más allá de un par de estaciones del calendario. Pero en otro plano, el que nadie organiza, la experiencia del parque le cambió la vida a un montón de jóvenes. Que pese a lo temprano de la experiencia, en un medio tan rígido como el nuestro, intuyeron que era mejor confluir que competir, y eligieron tal cosa para el resto de su vida.

Cuando terminaba aquel verano, al atardecer, di varias vueltas a la plazoleta de reuniones con Luis Alberto. Me contó un secreto: la experiencia Pescado Rabioso se acababa. Cuando oscureció todos hicimos la enorme ronda habitual de despedida. Manos juntas, centenares de manos. Un círculo que abarcaba un enorme pedazo de terreno, y un concreto murmullo de felicidad. Pero igual se incubaban algunos desencuentros.Y Cristálida decía: 'Sombras inútiles en el parque. Los que llamaba no aparecieron. Todo gigante termina exhausto, de que lo observen desde afuera'. Al final del tema, en Obras, Luis corrigió el último verso y dijo duramente 'de que lo devoren desde abajo'. No, el parque no fue inútil.

Hubo después otros parques parciales, efímeros, por mil motivos. No sólo internos sino también externos: la hostilidad ambiente que provoca el mero hecho de que algunos jóvenes se reúnan pare charlar o para intercambiar discos.

En Obras, un rato antes de empezar el concierto, se me acercó a escritor Pancho Muñoz. Una vez me había interrogado acerca de las publicaciones 'subterráneas' y la cultura argentina 'alternativa'. Es algo que hemos debatido también en un programa (Agenda Invisible) que hacemos martes y viernes a las 18.30 por Radio Municipal con varios intelectuales nada complacientes. Y Pancho me dijo: 'Me equivoqué, esto no es underground, esto es otro cultura'.¡Allí está la cuestión!

Durante mucho tiempo nos conformamos con pequeñas porciones de la realidad cultural. Rechazábamos vehementemente todo lo que nos ofrecían y que sentíamos agónico. Pero lo que emprendíamos se confinaba en marcos pequeños, en rumbos breves, en zonas limitadas. Quizás fue necesario, tal vez hayamos necesitado ese largo período de incubación. Fue cierto, como cantó La Pesada del Rock, que cada día éramos más. Que 15.000 jóvenes llenaran el Velódromo Municipal en 1971 para el Festival B.A. Rock, era excitante, placentero.

Pero cuando terminaba la música, cada uno volvía a su isla, a su pequeña casucha de sobreviviente del naufragio, para escuchar algunos discos o leer alguna revista.Cuando empezaron a multiplicarse por correo los boletines de poesía, también brotó el sentimiento de que se estaba ante un acontecimiento. Lo ha sido, en cierta medida. Pero tampoco constituyó la respuesta global a todos nuestro interrogantes. ¿Cuáles son éstos? Ya lo dije al principio: cómo vivir y para qué.

Sobre 1977, el ímpetu del movimiento roquero comenzó a desinflarse. Los músicos, que no son Superman, descubrieron que hasta la canción más hermosa no era suficiente para crear mundos nuevos. Los poetas de los boletines, que no son visionarios, descubrieron que despachaban centenares de copias y raramente alguien les escribía una carta de verdad. Los recitales empezaron a escasear, igual que la plata. Los últimos tres años han sido verdaderamente opacos.¿Es una queja? Para nada. ¿Dónde estaba escrito que siempre íbamos a tener pura fiesta y ningún bajón?

Pero el amor de primavera siguió dando vueltas, en el más crudo invierno de las almas.Me sentí muy cerca de Luis Alberto la otra noche. Pese a que desde que salió mi libro Cómo vino la mano (por el cual Pipo y Jorge le hicieron una especie de 'Juicio sumario' privado un día en el Expreso Imaginario) algo se enfrió en el canal de nuestras comunicaciones. Más allá de que con eso ganen dinero, tanto el reencuentro de Almendra como la reunión de Luis y Charly me impresionan como esfuerzos titánicos para recuperar no solamente el antiguo fervor, sino para ejemplificar la necesidad de que empecemos a juntarnos más acá de la música, fuera de las pavadas y las chiquilinadas divergentes.Somos otra cultura, que no es contra ni anti.

Que a la larga, cuando vaya a parar al panteón la colección de estereotipos culturales que ya no nos nutren, va a constituir una faceta más de la cultura.Por más descangayada, inmadura y balbuceante que parezca, esta otra cultura no es necesariamente 'nueva'. Tampoco interesa tal etiqueta. Pero no empieza ni termina con el rock. Empieza y termina con la poesía.La poesía, como bien afirmaba Aldo Pellegrini, es lo que le cierra la puerta a los imbéciles. Por eso, recuerdo, cuando en 1964 comenzamos a unirnos los poetas latinoamericanos para construir una solidaridad expansiva, Thomas Merton dijo: 'Nos estamos uniendo para defender nuestra inocencia'.

Nuestra inocencia. No somos perfectos, y seguramente no lo seremos. Pero estamos vivos, y en el mundo. Entonces, a partir de la música y el poema tenemos que empezar a dialogar y a inventar rumbos para nuestra energía. No hablo de hacer un partido político, ni de ir a hacer manifestaciones. Hablo de crecer y crear.Uno de los planos en el que se puede llevar esto a la práctica, es el de la autoeducación.

El desafío consiste en que nadie va a hacerlo por uno, y que debe surgir de la suma de estos unos, que —créase o no— 'buscan llenos de esperanzas, el camino que los sueños prometieron a su ansias'. No es el tango el que se murió, son los tangueros. No es el folklore el que se adormeció, sino gran parte de los folkloristas. No es el rock el que se pudrió, sino un montón de roqueros con vocación de parásitos. No hay más lugar para la queja. El que lamenta, pierde.Vi en privado la segunda parte de La Guerra de las Galaxias. Allí, el maestro Yoda (el que le da la Fuerza a los Caballeros Jedi) dice acertadamente que nuestro mayor enemigo está adentro, en la forma del temor, la ira y la agresión. Tenemos que pacificarnos por dentro: sólo así podremos contribuir a la creación de un mundo pacífico.Y en otra coyuntura, Yoda le dice al discípulo que acaba de contestarle 'Voy a tratar' después de recibir una indicación: 'Tratar no: se hace o no se hace'. La autoeducación se hace o no se hace. No se compra en el supermercado ni nadie la entrega por correo.

Nadie va a tocarte el timbre para regalarte el Nuevo Mundo posible. Vas a tener que trabajar mucho para eso. Y con otros, aunque ya te hayas acostumbrado a hacer el papel de llanero solitario en la película de tu historia particular.¿Qué es esto de la autoeducación? Nada más que sacarse de encima todo lo que no sirve para nada: ideas rengas, slogans marchitos, rencores apolillados, datos descoloridos, sueños oxidados, miedos improductivos, en fin, cosas por el estilo. Y como bien dijo George Bateson, que 'sin contexto, las ideas y las palabras carecen de significado', hay que empezar a reunirse para imaginar el mundo en que se desearía vivir. Y una vez que se tenga alguna claridad al respecto... aquí viene lo mejor... crear ese mundo. ¿Cómo se hace? Pues por contagio. Si la familia de uno vive hipnotizada por la tevé, es porque nadie les propuso nunca algo mejor. Debe empezarse con la familia, después se sigue con los vecinos, más adelante con el barrio. Tarde o temprano, habrá que empezar en cada barrio, una biblioteca de la otra cultura, un cine-club, un teatro experimental, conferencias, audiovisuales, mesas redondas.

Hagamos de cuenta que vinimos con Garay y tenemos que establecer donde estemos una colonia. Seamos pioneros, sembradores, gestadores, detonadores, inventores, 'locos derviches con secreto amor terapéutico que no puede comprarse ni venderse'... Nuestra militancia debe ser poética. Vivir y actuar poéticamente es —no entiendo para qué compraste esta revista si estás en desacuerdo— lo mejor que nos puede pasar. Hasta cuando estamos apretados como ganado en el subte. Empecemos a sonreír todo el tiempo, cantemos en voz alta caminando por la calle, hagamos de la otra cultura una epidemia benefactora. Claro que por eso no van a parar de golpe las barbaridades de este mundo. Pero por un lado hay que empezar, y alguien tiene que hacerlo. Vos elegís: ¿sos uno más, o sos uno menos?


Revista HURRA 10/1980



A América defendida por Miguel Grinberg




.
Por Floriano Martins

Grinberg
A singular visão da vanguarda e da contracultura sobre os passos de um subcontinente só e amargurado: “A América nunca foi América.”




Miguel Grinberg (Argentina, 1937) é um dos nomes de destaque no cenário das vanguardas na América Latina. Criador e diretor da histórica revista Eco Contemporáneo – que circulou de 1961 a 1969 –, Grinberg deu uma luz muito singular ao cenário da contracultura, sobretudo com a realização do I Encontro Americano de Poetas, realizado na capital mexicana em 1964, evento que é o pioneiro de todos os encontros internacionais de poetas que até hoje seguem se realizando em todo o continente. Também dirigiu, de 1980 a 1987, uma outra revista, Mutantia, e organizou um volume crítico sobre a Beat Generation intitulado Beat days (2003). Dentre seus livros se encontram Celebración de la vida intensa (2006) e Como vino la mano – Orígenes del rock argentino (2008).

Um dos méritos fundamentais de Miguel Grinberg e sua revista, Eco Contemporáneo, foi o de haver fundado um movimento baseado na fraternidade entre os homens, sua crença na ação poética interamericana. Logo em seu primeiro editorial a revista afirma: “América nunca foi América. Não apenas porque não a deixaram desenvolver-se, como também porque sempre a tergiversaram.” Em seguida propunha: “Por que não todos os sub-americanos unidos e enfrentando mutuamente as necessidades que sozinhos e em conjunto possamos resolver?” E conclui afirmando que seus editores crêem que “denunciar todos os disfarces do grotesco carnaval estrangeirizante – exceto os limpos envios artístico-culturais e científicos – é ajudar a ressurgir os cadáveres que enterraram os endinheirados coveiros da cultura”. Este diálogo se realizou em junho de 2009 e integra o volume Um pouco mais de surrealismo não causará dano algum à realidade, em fase de conclusão. [FM]

P – Eco Contemporáneo é das revistas mais consistentes em termos de conteúdo de sua época. A opção por uma pauta de ensaios, enquetes e manifestos funcionou bem como complemento à opção por um destaque à poesia nas demais revistas. Como surge Eco Contemporáneo e qual sua repercussão internacional?
MG – Minha revista foi o resultado de uma progressão de acontecimentos que foram se entrelaçando em minha vida a partir de 1957, quando eu tinha 20 anos. Cursava o terceiro ano da Faculdade de Medicina de Buenos Aires e a vida universitária de então, sob um governo militar, era existencialmente chata e culturalmente medíocre: estava politicamente dividida entre os dois antiperonismos daquela época, o católico e o comunista.
Eu me refugiava quase diariamente no consumo de filmes, especialmente cinema de arte. Quando criança, minha mãe me havia inscrito no Liceu Britânico, e eu dominava o idioma inglês. Lia como louco as revistas norte-americanas que conseguia nas bancas da rua Florida: Time, Life, Newsweek, Look.
Foi assim que me inteirei da aparição da Geração Beat nos Estados Unidos e dos Angry Young Men na Inglaterra. Lia também O Cruzeiro, do Brasil, Ercilla, do Chile, e Bohemia, de Cuba. Era uma febre: por fora da superficialidade comercial da época senti o nascimento de algo novo. Através da livraria inglesa Pigmalion consegui On the road, de Jack Kerouac, e Howl, de Allen Ginsberg. Em 1958 larguei a universidade e me pus a estudar artes cênicas na escola da Sociedade Hebraica. Uma companheira me apresenta a obra de Albert Camus: fiquei alucinado com O Homem Revoltado. Meti-me no movimento de teatro independente, então potentíssimo. Em 1959 traduzi uns poemas de Ginsberg e escrevi para a editora City Lights, de São Francisco, pedindo permissão para publicá-los em revistas literárias. O próprio poeta me respondeu, do Tanger, e nos tornamos amigos por correio. Começaram a ser conhecidos na zona do Rio de Prata os filmes de Ingmar Bergman. Avançava a Revolução Cubana. Os chineses invadiram o Tibet. Descobri Pablo Neruda. E escrevi meus primeiros poemas. Em seguida apareceu a Nouvelle Vague do cinema francês.
Em 1960 tivemos dois eventos cruciais: a estréia de La Dolce Vita, de Federico Fellini e, em setembro, a eclosão da Bossa Nova, no Rio de Janeiro. Meu querido amigo Zito decidiu ir a Nova York, para estudar no Actor’s Studio. Perseguindo jovens atrizes eu me havia tornado amigo de um talentoso escritor desconhecido, Antonio Dal Masetto, também ele enamorado da bossa brasileira.
Ao final de 1960 nós dois pusemos o “pé na estrada” e passamos a noite do Ano Novo acampados nas Cataratas do Iguaçu. Uma semana depois chegamos ao Rio de Janeiro: nos deram alojamento na Casa do Estudante do Brasil, a curta distância do aeroporto Santos Dumont. Conheci alguns poetas cariocas, dentre eles Walmir Ayala. Almoçava por dois cruzeiros em um restaurante estudantil chamado O Calabouço. Com permissão especial do delegado local fomos os primeiros a dormir em uma barraca na praia de Paquetá. Depois permaneci três meses ancorado na praia de Ipanema, enamorado de uma pintora, incluindo o Carnaval.
Regressei a Buenos Aires alucinado, com livros de Drummond de Andrade e Clarice Lispector, e muitos discos. Havia descoberto o movimento Nadaísta da Colômbia, novos poetas peruanos, mantinha correspondência com Lawrence Ferlinghetti e LeRoi Jones. Travei amizade com o mestre surrealista Aldo Pellegrini. Procurei publicar todo esse material em revistas de Buenos Aires, porém, tanto as publicações “de esquerda” como “de direita” manifestaram desprezo pelas novas correntes latino-americanas. Eco Contemporáneo nasceu em uma noite de primavera em um bar junto ao cine de arte Lorraine e em frente ao Teatro Municipal (Avenida Corrientes) quando, juntamente com Dal Masetto e Juan Carlos de Brasi (um estudante de filosofia), decidimos fazer nossa própria revista. Surgiu então ao final de 1961.

P – Quais antecedentes de Eco Contemporáneo poderiam ser localizados na Argentina?
R – Não havia nada parecido ao que nós fazíamos. Exceto dois grupos literários que também haviam sintonizado a freqüência da poesia Beat e que a traduziram e publicaram em suas edições: Aguaviva (com os poetas Eduardo Romano, Susana Thénon e Alejandro Vignati) e Airón (com escritores como Lenadro Katz, Eduardo Costa, Marta Teglia e Basilia Papastamatiu), publicaram a primeira tradução de Uivo.

P – Mencionaste o nome de Aldo Pellegrini. Ele e os demais poetas surrealistas. Qual relação mantinhas com esses poetas e suas revistas?
R – Aldo era um ser excepcional, vivia poeticamente e me premiou com sua amizade durante as tertúlias dos sábados pela manhã na livraria francesa Galatea. Para ali confluíam para conversar muitos poetas, em particular os integrados ao grupo Poesía Buenos Aires, já ativos desde os anos 50: Raúl Gustavo Aguirre, Rodolfo Alonso, Enrique Molina, Edgar Bayley… e muitos outros como Mario Trejo, Franco Mogni. Pessoalmente, a mim não me atraía o surrealismo, por questões ideológicas: não me interessava Europa, e sim América. Li os manifestos de Breton e senti que repudiava um mundo alheio à minha natureza americana. Eu o vivi como algo de outro planeta. No entanto, Aldo me indicou leituras cruciais, como Antonin Artaud e Arthur Rimbaud, que eram “iracundos” à sua maneira. Em seus últimos anos Aldo criou a Livraria do Dragão no centro de Buenos Aires, e eu o visitava com freqüência. Seu setor de poesia do mundo era sensacional. Surrealistas foram nossas conversas.

P – O número inicial de Eco Contemporáneo é já um forte exemplo da qualidade da revista e, sobretudo, de sua conexão com os acontecimentos mais importantes em todo o continente. Desde a enquête sobre o ambiente político-ideológico latino-americano, passando pelo depoimento de LeRoi Jones sobre sua visita a Cuba, a declaração dos nadaístas sobre o Congresso de Escrivães Católicos, até o panorama da poesia brasileira anotado por Walmir Ayala. O parágrafo inicial do primeiro editorial assim declara: “A América nunca foi América. Não somente porque não a deixaram desenvolver-se, mas sim também porque sempre a tergiversaram.” Vamos dar um salto no tempo e trazer para os dias de hoje esta afirmação. Qual a sua atualidade?
R – Querido poeta: há 50 anos nosso destino continental estava dando seus primeiros brotos geracionais, como um jardim jovem em meio a mausoléus e ruínas ideológicas. No mesmo momento em que encadernávamos Eco Contemporâneo, em todas as grandes cidades da América Latina havia jovens poetas que faziam o mesmo, impulsionados pela mesma paixão, o mesmo amor fraternal. Em meados de 1961 começamos a permutar revistas, cartas e poemas por correio. Segue sendo totalmente atual (potenciado pela Internet) porque a confluência das Américas precisou sempre de poesia, porém também de arte, espiritualidade, ecologia e – agora mesmo – de uma visão política e profética. Durante décadas foi uma semeadura artesanal. Hoje temos que fecundar as almas de povos já maduros para a grande comunhão americana. É uma boda de evolução revolucionária e um amanhecer de transcendência coletiva.

P – Recordo aqui o Movimento Nova Solidariedade e o I Encontro Americano de Poetas (1964), que foi uma iniciativa tua. Por qual este encontro se realizou no México e não na Argentina, que seria uma opção natural, considerando ser teu país e também onde era feita a revista Eco Contemporáneo?
R – Eco Contemporáneo nasceu como “revista interamericana”, não como revista “argentina”. A grande ponte entre o Norte e o Sul latino era encarnada no México pela revista El Corno Emplumado. Quando fundei o Movimento Nova Solidariedade, em 1962, recebi mais apoios do exterior do que de meu país. Julio Cortazar aderiu, desde seu exílio na França, assim como o fizeram Henry Miller e Thomas Merton, dos Estados Unidos. O México estava a “meio caminho” para todos. E o poeta Efraín Huerta conseguiu ali o Clube dos Jornalistas como sede do Primeiro Encontro. Enquanto isso, em Buenos Aires, estávamos sob um regime “de fato”, depois que o presidente Arturo Frondizi foi deposto e preso na Ilha de Martín García, a 28 de março de 1962. Foi substituído por um presidente títere, porém quem mandava eram os militares. Margaret Randall, Sergio Mondragón e Thelma Nava (de Pájaro Cascabel) organizaram maravilhosamente o encontro. Eu sonhava e eles concretizavam os sonhos. Poesia pura.

P – Tenho insistido junto a protagonistas da época, a exemplo de Margaret Randall, Jotamario Arbeláez, Juan Calzadilla e Ulises Estrella, a respeito das conexões possíveis entre Surrealismo e Beat Generation. Inclusive indagando sobre a existência ou não, nos anos 60, do que se poderia identificar como uma segunda vanguarda, considerando que a criação artística da época não poderia ser caracterizada como uma expressão tardia do primeiro momento das vanguardas. Qual a tua opinião a respeito?
R – Pessoalmente eu não distingo conexões entre Surrealismo e Geração Beat durante a década crucial dos ‘60 na América Latina. Tanto nas artes visuais como na poesia houve expressões surrealistas reconhecíveis, porém meramente individuais, focais: não se constituíram como um movimento. Trata-se de duas latitudes da mente absolutamente singulares. O Beat está empapado de jazz e de rock. O surrealismo tratou de não ser arrastado pela agonia da Europa. O Beat é um cerimonial do Novo Mundo.

P – Houve grupos declaradamente surrealistas, a exemplo de Mandrágora, no Chile, e Refus Global, no Canadá. E pensando como expressões individuais (não há outra maneira de se atestar a grandeza estética de um poeta), o surrealismo na América Latina revelou poetas magníficos, a começar pelos argentinos Enrique Molina e Francisco Madariaga. De qualquer maneira, pelo que me dizes dá-me a impressão de que consideras que a Beat Generation é o movimento de força em nosso continente, mais atuante e renovador. É isto?
R – Até o final dos anos ‘50 o surrealismo teve uma presença poética vigorosa em nossa zona do mundo. Porém ao despontar os anos ‘60 a Geração Beat primeiro e, depois o folk de Bob Dylan, e quase em seguida o rock, marcaram outra atitude e outra sensibilidade. Em nenhum momento tratamos de ser beats como os norte-americanos. O rock argentino surgiu com personalidade própria. Criamos nossa própria contracultura. E não ficamos cristalizados na poesia ou na música, também incorporamos a ecologia e a espiritualidade.

P – Dentre as cartas publicadas em Eco Contemporáneo # 4, destaco uma de Sergio Mondragón que parece ser a súmula de uma discussão contigo a respeito da dupla face da revolução, ou das relações entre conhecimento e revolução. Há um trecho em que Mondragón sugere o que nitidamente seria um ardil, o fato de que a revolução poderia não passar de um pretexto para gerar a desorientação em termos existenciais. Conta-me algo acerca do diálogo que então mantinhas com Mondragón a este respeito.
R – O impacto da Nova Solidariedade foi tão grande em Cuba que um ano depois do Encontro no México a Casa das Américas de Havana nos convidou para ser jurados do famoso prêmio literário dessa entidade, em fevereiro de 1965, presidida por Haydeé Santamaría, figura da Revolução. Fomos Allen Ginsberg, o venezuelano Edmundo Aray, do Techo de la Ballena, o dadaísta Elmo Valencia e o anti-poeta chileno Nicanor Parra. Ginsberg levou seus discos de Bob Dylan e eu os dos Beatles, os primeiros que entraram na ilha. Uma tarde, Haydeé me mostrou uma carta que lhe havia enviado la creme dos poetas comunistas da Argentina. Então me perguntou: “São amigos teus?” Olhei os nomes e respondi: “Eu os conheço de vista, nada mais”. O texto repudiava minha presença em Cuba, sustentando que eu “não era representativo”. E tinham razão: sustentei que eu sou um poeta profético e libertário, e que represento unicamente a revolução dos corações, ao diabo com a ideologia. Devolvi a carta à heroína de Sierra Maestra. Ela a rasgou em quatro e a jogou em um cesto de lixo. Na época, os poetas e prosadores da Casa das Américas traduziam os Beats e os publicavam no suplemento literário do jornal Lunes de Revolución, enquanto lutavam contra os stalinistas da União dos Escritores, presidida por Nicolas Guillén. Recordo minha última reunião com Mondragón (atualmente um especialista em budismo) há um ano em Buenos Aires, juntamente com Mario Pellegrini (editor, filho de Aldo) e Leandro Katz. Brindamos com bom vinho e celebramos o revolucionário ato de seguirmos vivos.

P – Com que intensidade e frequência o Brasil participava de um cenário tomado por revistas tão expressivas quanto Eco Contemporáneo, El Corno Emplumado, Rayado sobre el Techo, Nadaísmo, Yugen, El Pez y la Serpiente, Pucuna etc.?
R – Um dia recebi o texto “Fronteiras e dimensões do grito”, onde Claudio Willer citava amplamente um manifesto de Ginsberg que traduzi e publiquei no número 5 de Eco Contemporáneo. Demos início ali a uma amizade que segue até os dias atuais. À distância, recordo que El Corno Emplumado se esforçou por publicar poesia brasileira. Em fevereiro de 1964, pensávamos em fazer o Segundo Encontro no Rio de Janeiro, com apoio dos poetas locais, a embaixada argentina (onde trabalhava o poeta Alejandro Vignati, a essa altura incorporado ao nosso grupo) e a União Nacional dos Estudantes. Porém quando em abril vi no New York Times a foto do prédio incendidado da UNE, logo após o golpe militar, soube então que no Cone Sul vinham tempos difíceis. Eco Contemporáneo deixou de ser uma revista literária e passou a documentar o pensamento transformacional. O Brasil não participou muito de tudo isto. Depois, entre 1982 (casei com uma brasileira nascida em Petrópolis) e 2007, vivi parcialmente em Campinas e a história foi diferente, porém em torno da ecologia social (fui um protagonista da ECO 92, no Rio).

P – O livro do Willer se chama Anotações para um apocalipse (1964). O título que mencionas é do manifesto que integra a edição. Como compreendes a ausência reincidente do Brasil em um panorama cultural latino-americano?
R – Não posso falar da América Latina em geral, exceto que os hispano-americanos têm dificuldade para sintonizar o idioma português. Porém, posso assegurar que o Brasil esteve e está muito presente na Argentina, a partir da Bossa Nova e da MPB. Os nomes de Carlos Drummond de Andrade, Thiago de Mello, Vinicius de Moraes, Manuel Bandeira ou João Cabral de Mello Neto, sempre tiveram eco em nossas revistas literárias. Mesmo considerando que certamente a difusão poética nunca foi massiva. O copyright da nula difusão poética brasileira nas capitais do Sul hispano-falante é exclusividade dos adidos culturais das embaixadas do Brasil.

P – O que levou ao final de Eco Contemporáneo? Quando e por que a revista deixou de circular?
R – O ciclo dos ‘60 terminou após o Massacre de Tlatelolco (2 de outubro de 1968) que El Corno Emplumado condenou, o que obrigou Margaret Randall a buscar asilo em Cuba com seus três filhos. Anne Mette Nielsen e Nicolenka Beltrán filmaram, em 2005, um esplêndido documentário sobre aquela história nossa dos ‘60. Eu parei de publicar Eco Contemporáneo em 1969 e de imediato comecei a revista Contracultura, com Antonio das Mortes nas capas. Depois editei uma revista de cinema e comecei a fazer programas de rock por rádio, até começar a edição da revista Mutantia, nos ‘80, onde traduzi e publiquei Willer, Luiz Carlos Maciel, Artur da Távola e outros pensadores brasileiros. Agora estou compilando, já era hora, um livro sobre o Movimento Nova Solidariedade. Os manifestos da Geração Beat eu já os publiquei em um livro intitulado Beat days. A plataforma contracultural argentina está registrada em meu livro La generación V. Minha história do rock argentino está contada no livro Como vino la mano, que já se encontra na 4ª edição. Hoje não publico revistas, mas sim uma dezena de blogs.

6/7/2009


Fonte: ViaPolítica/O autor/Agulha

Revista de Cultura Agulha/edição 70

http://www.revista.agulha.nom.br/ag70capa.htm

URL: http://www.revista.agulha.nom.br/ag70grinberg.htm


Floriano Martins (Brasil, 1957). É poeta, ensaísta e tradutor. É um dos editores da Revista de Cultura Agulha.

martes, 5 de enero de 2010

ENCUENTRO EN MORELIA


Octavio Paz - Homero Aridjis - Miguel Grinberg

ENCUENTRO "HACIA EL FIN DEL MILENIO"
Morelia (México, 1991)




DECLARACION DE MORELIA

(Solicitada publicada en The New York Times, Nov. 8 de 1991)

Un encuentro único ha tenido lugar. Por primera vez ecologistas, científicos, representantes de los pueblos indígenas de las Américas, activistas políticos y escritores de 20 países se han reunido durante una semana en Morelia, Michoacán (México) para examinar el estado del mundo, cerca ya del fin del Segundo Milenio. Independientemente, pero sin excepción, cada participante expresó su preocupación porque la vida en nuestro planeta está en grave peligro.
* 24.000 millones de toneladas de suelos fértiles del planeta se están perdiendo cada año. Si la deforestación y la erosión continúan al ritmo actual, los científicos aseguran que para el fin de esta década la Tierra no tendrá suelos cultivables adicionales, mientras que el mundo aumentar su población en 1.000 millones de seres humanos.
* El desastre nuclear de Chernobyl en 1986, que por su fuerza radiactiva afectó en diferentes grados a 35 millones de personas, ha sido apenas uno de los más de 100 accidentes nucleares que han ocurrido en la última década. En este Encuentro: Hacia el Fin del Milenio, el científico responsable de la limpieza de Chernobyl declaró que por lo menos tres accidentes de la magnitud de Chernobyl podrían suceder antes del año 2012.
* El 70 por ciento de la población mundial vive dentro de las 100 millas de la costa de los océanos. El uso despilfarrador de los combustibles fósiles por parte del mundo industrializado está rápida e irreversiblemente cambiando el clima global. Los expertos remarcaron que el creciente aumento del nivel de los mares y el calentamiento terrestre llevarán a inundaciones masivas de las áreas costeras creando millones de nuevos refugiados ambientales, en una escala todavía mayor de la que vemos anualmente en Bangladesh.
* La supervivencia humana depende de la diversidad biológica. Al paso actual de la destrucción ambiental, en particular la infame devastación de los bosques tropicales en América, Asia y Africa, estaremos perdiendo por lo menos un millón de especies en los próximos 10 años y una cuarta parte de todas las especies vivas dentro de los próximos 50 años.
I. Nosotros, participantes del Encuentro de Morelia, urgimos a los líderes del mundo que participarán en la Cumbre de la Tierra, a realizarse en junio de 1992 en Brasil, que se comprometan a detener el ecocidio y el etnocidio. Asimismo, proponemos la Creación de una Corte Internacional del Medio Ambiente modelada según la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
II. El 20 por ciento de la población mundial consume el 80 por ciento de la riqueza y es responsable del 75 por ciento de la contaminación. Nosotros creemos que hay suficiente tecnología y conocimiento disponibles para reducir esta obscena inequidad de riqueza. Exigimos una efectiva transferencia del conocimiento y los recursos del Norte hacia el Sur, y no el vertido de tecnologías y productos obsoletos e ineficientes. Debe ponerse un fin inmediato al tráfico internacional de desechos tóxicos, reducirse urgentemente la contaminación de ríos y océanos con basura industrial y desechos humanos, y terminarse la exportación de pesticidas y otros productos químicos prohibidos hacia países necesitados del Tercer Mundo. La transferencia de información y de medios que permitan a la gente estabilizar la población individual y voluntariamente debe ser una meta.
III. Las sociedades tradicionales son generalmente las mejores administradoras de la biodiversidad. Durante los últimos 500 años el conocimiento y los derechos de los pueblos indígenas americanos han sido ignorados, tanto en las Américas como en otras partes del mundo. Estas minorías, que han sido explotadas en sus propios países, son cruciales para la preservación de la diversidad biológica y cultural.
Deploramos la contaminación cultural y la pérdida de las tradiciones que han llevado a la desnaturalización de la vida, dejando a los seres humanos, por la intensidad del mercado masivo, vulnerables a las presiones de un totalitarismo económico y político, y a los hábitos del consumismo y desperdicio que ponen en peligro a la Tierra.
IV. En la Cumbre para la Tierra de junio de 1992, reclamamos que los líderes mundiales firmen una Convención del Cambio Global del Clima. Los países industrializados deben asumir el compromiso de reducir como mínimo un 20 por ciento sus emisiones de bióxido de carbono para el año 2000.
Insistimos en la implementación rigurosa del Protocolo de Montreal sobre la Protección de la Capa de Ozono. También exigimos que se firme una Convención que proteja la diversidad biológica, y que haya un progreso concreto en las negociaciones para un tratado forestal global.
V. La probada locura económica de la energía nuclear y la probabilidad de una futura catástrofe ambiental, requieren la urgente sustitución de la energía atómica por sistemas energéticos seguros, limpios y eficientes.
Igualmente perentorio es que los complejos militares detengan la proliferación de armas nucleares, químicas y biológicas y reconviertan un porcentaje sustancial del gasto militar en un gasto para la seguridad ambiental. Para asegurar esto, demandamos que se ponga fin al secreto y se tenga el derecho a la libertad de información en todos los aspectos que conciernen al medio ambiente mundial.
Los participantes del Encuentro en Morelia: Hacia el Fin del Milenio, desean enfatizar que la destrucción ambiental no puede ser confinada dentro de los límites de un estado o una nación determinados. Urgimos a nuestros colegas escritores, ecologistas, científicos, miembros de comunidades indígenas, y a todos aquellos que están preocupados por el ecocidio, que se unan a nosotros para demandar la creación de una Corte Internacional del Medio Ambiente ante la cual, las actividades criminales contra el entorno puedan ser llevadas a la atención del mundo entero.
La segunda mitad del siglo XX se ha caracterizado por los movimientos de liberación interhumanos, y la última d‚cada del segundo milenio estar marcada por los movimientos de liberación interespecies, mediante los cuales podremos acceder un día a una verdadera igualdad viviente
.

Homero Aridjis (México) Lester Brown (EEUU)
F. Sherwood Rowland (EEUU) Octavio Paz (México)
Peter Mathiessen (EEUU) Petra Kelly (Alemania)
Vladimir Chernousenko (Rusia) Miroslav Holub (Rep. Checa)
Gita Metha (India) Alvaro Umaña (Costa Rica)
Evaristo Nugkuag (Peru) W. S. Merwin (EEUU)
Kjel Espmark (Suecia) Adam Markham (Gran Bretaña)
Thomas Lovejoy (EEUU) Vassily Aksyonov (Rusia)
Augusto Roa Bastos (Paraguay) Arturo Gómez-Pompa (México)
Margarita M. Botero (Colombia) Kirkpatrick Sale (EEUU)
J. M. G. Le Clézio (Francia) Alan Durning (EEUU)
Amory Lovins (EEUU) Agneta Pleijel (Suecia)
Yuko Tsushima (Japón) Jewell James (Tribu Lummi)
Gert Bastian (Alemania) Miguel Grinberg (Argentina)
Nélida Piñón (Brasil) Jeffrey Wilkerson (EEUU)
Betty Ferber Aridjis (México) Carmen Boullosa (M‚xico)
Roberto Juarroz (Argentina) Fernando Cesarman (M‚xico)
Vikram Seth (India) Sandra Cisneros (EEUU)
Monika van Paemel (Bélgica) Michael Ondaatje (Canadá)
Miguel Alvarez del Toro (México) Folke Isaksson (Suecia)

Hans van de Waarsenburg (Holanda)

(El GRUPO DE LOS CIEN ARTISTAS E INTELECTUALES es una amplia coalición fundada originalmente en México y presidida por el poeta Homero Aridjis. Como resultado del Encuentro en Morelia, ingresaron a la misma los escritores participantes, constituyéndose así el GRUPO DE LOS CIEN INTERNACIONAL)


Un intelectual grande y molesto




Se cumplen 50 años de la muerte de Albert Camus, quien fue Premio Nobel de Literatura en 1957. Entre su extensa obra merecen destacarse relatos como La peste y La caída y ensayos como El mito de Sísifo y El hombre rebelde.

Por Sylvina Walger

El lunes 4 de enero, se cumplieron 50 años de la muerte de Albert Camus. Acaecida en 1960 cuando el Facel-Vega, que conducía el editor Michel Gallimard, patinó en el asfalto y fue a estrellarse contra un árbol. Gallimard tardó unos días en morir, pero el escritor perdió la vida instantáneamente a consecuencia de la fractura de cráneo que le provocó el impacto. Entre los papeles que le encontraron había un manuscrito inconcluso, “El primer hombre”, de fuerte contenido autobiográfico y gran belleza.

Dejaba una viuda, Francine Faure, y un par de gemelos. Fue enterrado en Lourmarin, pueblo del sur de Francia donde había comprado una casa con el fruto de sus ganancias. Pese a una opinión muy difundida, a Camus no le gustaban los autos y menos la velocidad.

Convertido en el autor de algunos de los libros más vendidos en la Francia de posguerra, en 1957, a los 44 años, obtuvo el Premio Nobel de Literatura dejando en el camino a André Malraux, que ya nunca más podría recibirlo. Dramaturgo, ensayista, polémico analista de política nacional e internacional, figura ideológicamente controvertida y odiada en los dos extremos del arco político, aquel “francés de Argelia” (al que no le ahorraron el mote de “pied noir”) seductor con vocación de don Juan y vitalista, encontró su gran amor en la actriz María Casares, “la gran dama del teatro francés”, que era hija de Casares Quiroga, ministro y jefe de Gobierno de la Segunda República Española durante el gobierno de Manuel Azaña.

A Camus se lo ha caracterizado como “socialdemócrata de razón y libertario de corazón” y ha dejado una huella indeleble, y cada día más evidente, en la cultura literaria y política de nuestro tiempo.

Entre su extensa obra merecen destacarse relatos como La peste y La caída; obras de teatro como Calígula y Los justos; y ensayos como El mito de Sísifo y El hombre rebelde, entre muchísimas más.

En la revalorización actual que Francia ha hecho de su figura tiene mucho que ver el intento de “reapropiación de su memoria por parte de un Sarkozy hambriento de un pedigree intelectual del que carece. El debate comenzó cuando el presidente francés propuso trasladar los restos de Camus al Panteón (la Recoleta culta de Francia) y sus amigos saltaron objetando que al escritor no le hubiera gustado descansar allí entre grandes que para él no siempre fueron tan grandes. Algunos llegaron a decir que a Camus no había que “panteonizarlo” sino que leerlo. Toda una verdad. La firme oposición al traslado por parte de los hijos del premio Nobel terminó con la discusión y Camus continúa descansando en Lourmarin en una tumba al lado de la casa de su hija Catherine (62) mujer –para variar– de un Gallimard y custodia insobornable del legado de su padre.

El reconocimiento del que disfruta hoy Camus es mucho más amplio del que gozó en su época. La izquierda comunista de los sesenta y setenta lo confinó a una displicente marginalidad, aún fanatizada por aquel octubre que iba engendrar “el hombre nuevo” y que acabó despertando “horrorizada y confusa ante los osarios de Pol Pot”, según explica el diario El País. El compromiso de Camus fue siempre con el hombre, no con su concepto: por eso odiaba más lo que representaba Nechtaev, el fanático terrorista retratado por Dostoievski en Los demonios (la película se llama Los endemoniados y es de Andrej Vajda). Y por eso Camus resulta hoy más vivo que Sartre.

Camus nació en Argelia el 7 de noviembre de 1913, en el departamento de Constantine y en el seno de una familia de humildes colonos franceses dedicados al cultivo del anacardo. A todos ellos (los colonos) se los conocía comúnmente con el nombre de “pieds noirs” (pies negros). Su madre, Catalina Elena Sintes, nacida en Argelia, provenía de una familia originaria de Menorca. Era sorda y analfabeta. Su padre, Lucien Camus, trabajaba en una finca vitivinícola, cerca de la localidad de Mondovi, para un comerciante de vinos de Argel y era de origen alsaciano. Como muchos “pieds noirs”, y tras la Guerra Franco-Prusiana, había huido de la anexión de Alsacia por Alemania.

Durante la Primera Guerra Mundial, Lucien Camus resultó herido en la batalla del Marne y murió en 1914. Aunque su hijo no llegó a conocerlo, de su padre le quedó una fotografía y una significativa anécdota que marcaría en parte su derrotero: la repugnancia que le producía el espectáculo de una ejecución capital.

Después de la muerte de su padre, la familia Camus se trasladó a casa de la abuela materna en Argel, donde Albert se crió y estudió. Se recibió de bachiller y obtuvo un diploma de estudios superiores en letras en la rama filosofía. Jamás obtuvo la licenciatura por una tuberculosis que arrastró durante años. Hasta entonces había sido un buen deportista y un fanático del fútbol, donde siempre jugó como arquero. La tuberculosis acabó con estas ilusiones.

En 1935 se afilia al Partido Comunista, del que sale pitando en 1937 debido a sus profundas discrepancias con el pacto germano-soviético y su apoyo a la autonomía del PC de Argelia respecto del comunismo francés. En 1940, perseguido por el gobierno de Argelia (francés, claro) se ve obligado a emigrar a París, donde acabará siendo director del diario de la Resistencia, el mítico Combat.

Su ruptura con Sartre (algunos dudan que efectivamente haya ocurrido) fue en 1952 tras la publicación en Les Temps Modernes de un artículo en el que Sartre (su director y fundador) le reprochaba que su rebeldía era “deliberadamente estética”.

Camus era todo salvo un demócrata blando, explica el historiador húngaro Francois Fejtö, quien lo conoció en el momento de la liberación. “En su amor por la libertad había algo muy viril y es este idealismo puro, este heroísmo, que lo hace hoy tan popular sobre todo en los países del Este”.

Camus llevaba en sí un tremendo rechazo por la desmesura, que lo obligaba a marcar un umbral ético para la violencia política. En Los justos, por ejemplo, opone un terrorismo moderado, encarnado por el personaje de Kaliayev, al terrorismo incontrolado de Stepan. Para Camus el fanatismo de Stepan era el resultado de una mentalidad absolutista que cree detentar la verdad absoluta. Sin embargo hoy, tanto en Argelia como en el Medio Oriente, el que ha triunfado es Stepan. Triste final para quien su lema había sido “ni víctimas ni verdugos”.

Lo que el escritor no aceptaba era el pasaje de la resistencia al terrorismo, ya que a sus ojos el fin no justificaba jamás los medios (al contrario, los determinaba), y nada podía legitimar la agresión a los civiles.

Este pensador político, solitario, intuitivo y solidario lograba que sus editoriales de Combat testimoniaran una lógica sin fallas. Camus será uno de los raros resistentes a firmar para pedir la gracia de algunos colaboracionistas. Es el único que se pronunciará para denunciar el horror de Hiroshima en 1945. Sobre el drama argelino, que lo divide entre su solidaridad de “petit blanc” (blancos no nacidos en Francia, así de racistas…) y un anticolonialismo que excluye la violencia ciega del FLN, elige la irrealizable tregua civil. En su discurso ante el Nobel había llegado a preguntarse si el FLN no sería un “totalitarismo soft”.

Para Camus, siempre situado a la izquierda (hay quien piensa que “a pesar de él y a pesar de ella”), la vida merecía ser vivida, aunque el absurdo hubiera suplantado a la antigua esperanza en Dios o en la Razón. Hoy, cuando los intelectuales dan risa al intervenir en el debate público, Camus se agiganta. Leerlo sin prejuicios es no sólo homenaje sino restitución. Y el cincuentenario de su muerte resulta un buen pretexto para hacerlo.